jueves, 22 de octubre de 2009

CULTURA POPULAR – IDENTIDAD – HISTORIA

                         “La Cultura afianza el conocimiento recíproco y la amistad”

                                                                                                                                Juan Domingo Perón.


Que los pueblos queden separados de su historia, que no puedan reflexionar su pasado, es la exacta forma que tienen los imperialismos para asegurar su explotación sobre ellos y garantizarse que lo seguirán haciendo. Por eso, impulsar acciones que promuevan nuestra cultura, con el ánimo de fortalecerla y no reemplazarla, ya que la cultura proviene desde un arraigo, desde un Estar, desde el pie, nos permite pararnos frente a la dominación y avanzar hacia la Liberación. Todas acciones que afirman y sostienen la identidad de nuestro pueblo, frenando la división y la falsa libertad del individualismo neoliberal. Esa identidad proviene de lo más hondo y lo más vivo: nuestra cultura popular. Cultura que se da en el despliegue de la historia en un tiempo y en un espacio que generan un ambiente geocultural, un fondo simbólico desde donde un pueblo erige y habita su existencia comunitaria. Porque la cultura no es algo a alcanzar mediante ilustración como opina Domingo Faustino Sarmiento, sino que es algo que ya está en todo ser humano y en todo pueblo, dado que somos seres y comunidades culturales por naturaleza propia. Tampoco es un entretenimiento decorativo que puede agregarse a la vida o un capricho intelectual, más bien es un arma de defensa existencial, de fijar domicilio de vida en este mundo, un real lugar de participación vital que trasciende generacionalmente a base de no perder la memoria ni la actitud ni los saberes que surgen del corazón mismo de la comunidad, arraigada a su suelo, a su tierra de creencias y prácticas sociales, al barrio, al hogar, que forman la conciencia de un pueblo.

La Cultura, entonces, no puede separarse de la cotidianeidad de la vida porque dejaría de ser cultura. Tanto la política como la educación y el arte son desde y para el pueblo, y nuestra patria es una cultura que está organizada históricamente en un espacio donde somos irreemplazables y únicos, otorgándonos una personalidad social. Personalidad y voluntad social claramente antiimperialista como lo indican los hitos de nuestra historia y las varias resistencias y ofensivas que tuvimos frente al Neocolonialismo.

Recién cuando una Comunidad logra hallarse a sí misma es cuando puede relacionarse de igual a igual con otros pueblos, es decir, cuando se plantea una geopolítica acorde a sus intereses como sujeto histórico, (no es lo mismo si nuestra geopolítica es de unidad latinoamericana que si hay hipótesis de conflicto con nuestros países hermanos). Ninguna comunidad local debe aislarse o pensar sólo en sí misma o rivalizar con las demás por cualquier asunto, porque de ese modo se anula la fuerza necesaria para conquistar una mejor calidad de vida para todos. El divisionismo, la falta de unidad y solidaridad, facilita la tarea del dominador externo y sus cipayos de adentro. La cultura de un pueblo es la base fundamental para que en caso de estar oprimido, el habitante crea en la fuerza de su pueblo y en su derecho a darse un futuro propio, tendrá así Fe en su historia. Muchas veces, aquello que se llama “progreso” es algo que lo está privando y negando la posibilidad de un desarrollo auténtico, entonces, el habitante, armado de su cultura, responde con su lucha liberadora, rescata su historia, deja ya de ser el objeto de otra historia, retoma su protagonismo vital y su calidad de sujeto y su plena humanidad. Y ya para nada mira su pasado como si perteneciera a una comunidad “desaparecida o secuestrada por el olvido”, por el contrario, se identifica con su historia y hace de ella su fundamento, su suelo simbólico propio y libre.

Gabriel Grana.

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